domingo, 14 de julio de 2013

Dubrovnik, la perla del Adriático

Cuando se piensa en un sitio para visitar de vacaciones situado en los Balcanes, en todas las listas aparece Dubrovnik. La antigua Ragusa merece la pena ser visitada.

Los que no la huyáis visitado, imaginaros una montaña de laderas pindias que llegan a la misma mar, y justo donde empieza el mar, encaramada sobre rocas, una ciudad de piedra. Llegamos a Dubrovnik desde Albania vía Montenegro. Es un viaje alucinante, que partiendo de Albania - como decía la campeadora "recordaba a Ruanda" - con sus carreteras a veces inexistentes, otras con grandes agujeros sin señalizar, siempre con conductores kamikaces, y atravesando Montenegro con sus carreteras años 60, llenos de policías con radares y con deseos de tomar café, se llega a Croacia, que ya parece Europa.



Es una ciudad de vocación marinera. Si se fija uno con atención en el área próxima a la ciudad existen multitud de cipreses, pues cada ragusiano debía plantar 100 de estos árboles durante su vida; esta madera la necesitaban para los barcos, pues Ragusa vivía del comercio marítimo; tenían embajadas comerciales por todos los balcanes, llegando incluso a tener una en Sevilla. En cierto modo fue como una Venecia de menor tamaño. Hábiles diplomáticos, anualmente pagaban tributo al Sultán otomano a cambio de mantenerse independiente. De esta manera Ragusa fue el límite entre el imperio otomano y los reinos cristianos en el Adriático.

Murallas sobre roca, y aguas cristalinas.

Fuerte Bokar. Las playas, como se ve en la foto, son de piedras, no de arena.

Puerto antiguo.

La ciudad vieja, encerrada entre enormes murallas, fue parcialmente destruida en 1992 durante el sitio de la ciudad por parte de tropas serbias y montenegrinas. Hoy en día apenas se encuentran restos de entonces, reconstruida. Tiene una calle principal, desde donde parten callejuelas estrechas como una espina de pez; en verano, con el calor que hace, se agradece. En cada puerta a la ciudad, en las murallas y por las calles se pueden ver estatuas de San Blas, patrono de la ciudad.

La Placa, calle principal.


En dos días se puede ver la ciudad. Recomendable el paseo por las murallas, el puerto y los atardeceres.

Atardecer en Dubrovnik. Al fondo, las islas de la costa dálmata.
Unos kilómetros al norte se encuentra Mali Ston, con sus criaderos de ostras y salinas. Merece la pena comer por allí.Y luego seguir hasta Curzola, donde unos dicen que nació Marco Polo, y otros que allí solo estuvo prisionero. Comer pescado, vino blanco de la zona y darse un baño en aguas cristalinas no debe faltar. También se puede apagar la sed con una clara con limón, Croacia es de los pocos sitios en los balcanes donde tienen el refresco de limón utilizado.

Criadero de ostras.


2 comentarios:

  1. Me gustó mucho, desde luego que es la niña bonita de la zona, nadie diría que quedó desolada tras la guerra.
    Por cierto, en esta entrada falta un episodio sobre ruedas...

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