martes, 9 de abril de 2013

Bratislava

He pasado un par de días en Bratislava. Confieso que esa parte de centro europa la desconozco bastante, así que pienso tomar medidas para enterarme algo más, y he decidido visitar en lo que pueda estas ciudades. Cueste lo que cueste.

Aterrizo en Viena y cogemos transporte para llegar a Bratislava, de la que nos separa unos 60 km. Es mi primera visita a Austria, y dicen que es una región montañosa. Pues me he debido equivocar de Austria, porque la carretera a Bratislava discurre por una llanura sin fin de campos roturados y molinos de viento. Pasamos la frontera casi sin darnos cuenta, salvo por el hecho de que los molinos desaparecen, y aparecen grandes bloques de casas impersonales, rectangulares, muy del gusto de detrás del telón de acero. Y al poco, llegamos a Bratislava.



Entramos cruzando el Danubio -es la primera vez que lo veo- por un grandioso puente colgante, el llamado Puente Nuevo. Tras pasar por el hotel, intento callejear un rato; en seguida me viene a la mente una palabra que solo mi hermano pequeño puede entender: Blizard. Dicho en español, me hallaba en medio de una ventisca de nieve que por momentos apenas dejaba ver más allá de 20 metros, y eso que estábamos en medio de la ciudad.

¿Qué mirará Napoleón, apoyado en el banco? Al fondo el Ayuntamiento antiguo.

Man at work. Congelado.
El tiempo invitaba a meterse en un restaurante típico esloveno, y elegí uno en el que había que bajar al sótano, a salvo de la tormenta exterior. Ambiente muy agradable, música de los 80, una pivo (cerveza) Staropramen, y de comer un Rastislavovo Čaro, plato que combina varios tipos de carne en salsa, verduras y patatas fritas; todo un banquete.

Callejo.

Puerta de San Miguel.

Pasadizo, a salvo de la tormenta exterior...
No venía a hacer turismo, por lo que apenas pude ver bien la ciudad. Pero si me dio tiempo a entender que Bratislava puede ser una ciudad muy agradable para vivir, de cuidadas calles peatonales, para moverse en bici y en tranvía, relajada, poblada por gente amable que sabe vivir la vida. No es una ciudad muy turística, en dos días se visita de sobra.

Iglesia de los PP. Capuchinos, y al fondo el Castillo de Bratislava.
Tranvía pasando frente al Teatro Nacional Eslovaco.
Callejeando por Bratislava se encuentran numerosas referencias a la emperatriz María Teresa I de Austria, y al reino húngaro. Los reyes húngaros, tras caer Buda a mano de los turcos, se coronaban en la catedral de San Martín. La torre de la catedral está coronada por una réplica de la corona del reino de Hungría, en memoria de los casi tres siglos que fue el lugar de la coronación de sus reyes, incluida la emperatriz María Teresa.

Castillo de Bratislava.

Paseo de Hviezdoslav, poeta eslovaco.
Y el último día, apenas 30 minutos antes de partir, salió el sol. Me quedé con ganas. No me importaría volver.


4 comentarios:

  1. Vuelves, pero para hacer la ruta del Danubio en bici.
    La de cosas que estás conociendo, ¡qué envidia!

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  2. Demuestras las ganas de saber y la determinación característicos de los titulares del apellido que llevas. ¡ Ánimo y suerte !

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  3. La ruta en bici es de lo mas apetecible.
    La ciudad es "de película" de espías rusos.
    Como "mas vale una imagen que mil palabras", tu nos pones 9 y nos quedamos con enormes ganas de conocer lo que has visitado y todo ello, como siempre, con la estupenda capacidad que tienes de ver todo lo bueno y bonito que hay a tu alrededor.
    Añado a mi lista de "visitables" Eslovaquia.

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  4. Era antes de la caida de fronteras; mi estancia en Viena invitaba a cruzar la frontera para acercarme a Bratislava: misión imposible porque me faltaba el preceptivo visado. Aquella oportunidad no podrá repetirse, pero mira por donde sí estoy conociendo la capital (hoy, no entonces)eslovena de la mano de "kosobrón": gracias por darme la oportunidad de conocer lo que yo no pude en aquella ya lejana ocasión, gracias. juanestella.

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