sábado, 2 de junio de 2012

En el país de las águilas 2

Voy a terminar con esta entrada la escapada a Albania, el país de las águilas, que comencé a contar en marzo En el país de las águilas 1. En la segunda parte del viaje visitamos Kruja y Durres.


Kruja es conocida por estar allí situado el castillo de Jorge Castroti, alias Skanderbeu, referencia legendaria de los albaneses. Hijo de un noble que luchó contra la invasión otomana, de niño fue llevado como rehén a la corte otomana, método habitual en la época para asegurarse la lealtad de los territorios conquistados y a la vez repoblar las ciudades del imperio. Tras convertirse al Islam, recibió educación militar, convirtiéndose rápidamente en un destacado jefe militar y estratega. Por este motivo los turcos le llamaban "Jefe Alejandro"-por Alejandro Magno-, esto es, "Scander bei", de donde viene su nombre. En una batalla de los otomanos contra los húngaros cambió de bando, volvió a su tierra, se declaró cristiano, y tras reunir a los nobles de la zona se dedicó a luchar contra los otomanos, que por 30 años no pudieron vencerle, hasta que murió. Sus principales aliados fueron los húngaros y el Reino de Aragón, que por aquel entonces controlaba el sur de Italia, el Reino de Nápoles. Solo fue vencido en dos ocasiones, a pesar de disponer de muchos menos hombres. Gracias a su hazaña la marea otomana tardó 30 años más en llegar a centro Europa, y que solo ante los muros de Viena y en Lepanto comenzó a retroceder.

Estatua de Scanderbeg en Pristina


Luego fuimos a conocer Durres.

¡Qué emoción!, por fin iba a conocer el Adriático. La playa, kilométrica. La temperatura del día, estupenda para ser febrero, desde luego mucho más cálida que la nevada Pristina.

¡Qué contaminación!, y que agobio urbanístico. La hilera, kilométrica, de casas junto a la playa, recuerdan a los desmanes del sur de España. Para llegar a cualquier casa con coche necesitas llevar a un aborigen embarcado de guía, pues las casas se han construido justo entre la autovía que corre paralela a 100 metros de la orilla y el borde de la playa, dejando una estrecha carretera encajonada, a veces de medio carril de anchura, como acceso a la playa y casas. Lo dicho, sin hábil guía, aparca donde puedas (esto si se permite) y se llega a pata por la playa.

La arena se encontraba bastante sucia, quizá por la cercanía del puerto de Durres, pero posiblemente porque todas estas casas carecen de conexión a la red de alcantarillado, lanzando "todo" al mar, cada casa como puede. En estos momentos están construyendo la red de fecales, que como no hay sitio porque todo está construido, se lleva por la playa. Dentro de 10 años, con las aguas y arena límpias, como playa puede ser espectacular.

Playa de Durres
Otra curiosidad de Albania. En el antiguo régimen comunista existía el convencimiento de que les iban a invadir, por lo que construyeron entre 600 000 y 1 000 000 de bunkers por toda Albania - cifra variable según la fuente- con lo que los 2 000 000 albaneses en el fondo eran personas afortunadas, pues tenían su casa y luego el bunker o casamata, compartido con otros dos albaneses. Y luego la propaganda exterior decía que eran el país más pobre de Europa, cuando en realidad tenían dos casas. (Esto último es pura ironía, por si alguien no lo ha notado).

Casamatas retiradas de la playa, para poder hacer el colector.
Tras coger una muestra de arena de recuerdo, nos zampamos unas doradas, que por lo buenas que estaban seguro que no habían sido pescadas en la orilla. Por fin pescado bueno. Es una de las cosas que echo de menos en Pristina, poder comer pescado fresco, y este estaba impresionante.

Iniciamos el retorno al frío, con gran pesar de todos. En el viaje de regreso, a mitad de camino, vimos a un chavaluco que no llegaba a los 10 años meando en la mediana de la autovía; Había dejado la bicicleta apoyada contra el guardarail. ¿Qué hacía un niño en bicicleta por una autovía cuesta arriba? ¿Por qué había parado en la mediana, en vez de en uno de los arcenes laterales? Supongo que a veces pregunto demasiado.

1 comentario:

  1. casi seguro que tu capacidad de asombro está casi al límite, pero es estupendo que siempre tengas motivos para preguntar y quedar fascinado ante lo cotidiano, que a veces es muy raro, muy raro, muy raro..

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