lunes, 29 de agosto de 2011

Zúrich, la mar de bien (1 de 2)

Tras pasar un tiempo en Kosovo, he de confesar que echo de menos el mar, los paseos por el puerto, nadar al atardecer en la playa. Al fin y al cabo, he sido marinero, y mi corazón se quedó junto al mar, como al cantante de la habanera "En mi viejo San Juan".



En mi viejo San Juan
cuantos sueños forjé
en mis años de infancia
Mi primera ilusión
y mis cuitas de amor
son recuerdos del alma.

Una tarde me fui
a esa extraña nación
pues lo quiso el destino,
pero mi corazón
se quedó frente al mar
en mi viejo San Juan.

Adiós, adiós, adiós,
borinquen querida
tierra de mi amor.
Adiós, adiós, adiós,
mi diosa del mar
reina del palmar.

Me voy, ya me voy,
pero un día volveré
a buscar mi querer,
a soñar otra vez,
en mi viejo San Juan.

Uno de mis objetivos al irme a Kosovo es conocer la Europa de los alrededores. Y he empezado por Zúrich. Aprovechando que tenía que pasar unas horas allí, haciendo escala en el vuelo Pristina Madrid, recorrí la parte antigua de la ciudad.

Aunque fueron solo 4 horas, mereció la pena.

Me recomendaron ir al centro en tren. En el hotel me indicaron donde estaba la estación y la línea que tenía que coger. Llegué a la estación justo cuando llegaba mi tren, así que entré a la carrera. Era un tren de dos pisos,  y subí a la parte superior para poder ver mejor. Tenía la vaga sensación de que algo faltaba ¿Qué podía ser?. Zas, claro, no había comprado billete alguno. Así que pregunté a una señora que donde se sacaba el billete. "En la estación", me contestó, advirtiéndome que tuviera cuidado que no me cogieran los inspectores. Así que me bajé en la primera estación, compré un billete (8'20 €) que valía para viajes en una zona determinada durante 24 h. Desconozco si había billetes de ida y vuelta, pero es lo que me recomendó un chaval muy majo al que pregunté.

Entrada de la Hauptbanhhof
Llegué por fin a la Zürich Hauptbahnhof (Zürich HB). Tremenda. Tiene tres pisos, creo que es la mayor estación que he pisado. No se si sabéis que me encantan los trenes, así que estaba como un tonto con un caramelo en la mano. Y cuando salgo de la estación más trenes, esta vez tranvías y trolebuses. Creo que en esos instantes babeaba de la emoción.

Tranvía en Bahnhof Platz

Trolebuses en Bahnhof Strasse
Hay que tener cuidado, porque si vas despitadillo como yo cuando salí de la estación, es fácil que te atropelle un tranvía o una bicicleta, porque allí hay  muchas. Si no fijaros en esta señal (Campeadora y Cárol, os gustaría esta ciudad).

 Callejeando llegué al río, al Limmat.
Ribera del Limmat

¡Por fin agua en grandes cantidades! Cerca de este punto el Limmat desemboca en el lago de Zurich (Zürichsee), que a pesar de ser solo lago es suficientemente grande  como para hacerme la ilusión de estar viendo un mar. Al fin y al cabo tienen ambos el mismo componente fundamental, agua en grandes cantidades.

Y que aguas, ¡estos suizos son increíbles!. Totalmente transparentes. Los únicos restos flotantes que se veía eran hojas de árbol.

En la margen derecha destacan dos torres de iglesias, que como estamos en Suiza no podían dejar de tener relojes, St Peter Kirche y Fraumünster Kirche.

St Peter Kirche, la iglesia más antigua de la ciudad. Tiene el reloj más grande de Europa, 8'7 m de diámetro.

Fraumünster Kirche
Y en la margen izquierda..., eso será el tema de la próxima entrada para el blog: Zúrich da para mucho.

2 comentarios:

  1. Fer, no había visto estas entradas viajeras. me requetechiflan.

    Estoy disfrutando un monton leyéndolas.

    mas envidia (casi estoy verde)

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  2. Por lo de "estos suizos son increibles":
    El bus en que viajaba esperaba al grupo en un P junto al lago, cerca de una playa-solarium. Yo me adelanté y tuve que esperar un rato, así que iban llegando otros viajeros; salía del solarium una señora de edad más que media y se quedó mirando el autobús y a los presuntos viajeros: "¿Son vds. de ese autobús?". Sí, esperamos al grupo para seguir viaje. "Pues háganlo pronto porque si apareciera un policía les pondría una fuerte multa por la contaminación del motor en marcha, parado". Siguió su camino y yo me adelanté hasta el conductor y se lo comenté: No dijo palabra y rápidamente se fue a la cabina y paró el motor: "se me había olvidado que estamos en Suiza", comentó. Esto sucedió en los años ¡OCHENTA! Ferediano.

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